Si citamos patologías como dermatofagia y onicofagia, quizás parece que nos referimos a enfermedades extrañas y poco habituales, ¿verdad? Pero si nos referimos al hábito de comerse las uñas o la cutícula o a morderse la propia piel que rodea a las uñas… ahí sí… todos sabemos ya de qué hablamos.
Pues
bien, este puede ser un grave problema con raíces psicológicas en las que no
podemos entrar, pero sí vamos a explicar las implicaciones dermatológicas que
tiene esta manía tan extendida y perjudicial para la salud.
La dermatofagia es un trastorno que lleva a comerse la piel de diferentes partes del cuerpo o de heridas o de ampollas. En este caso, vamos a centrarnos en la piel de los dedos que rodea a las uñas, los laterales (tejido periungueal) y la cutícula.
Tengamos
en cuenta que:
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El tejido periungueal y la cutícula se encargan de proteger la uña y el dedo de
posibles infecciones.
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Si eliminamos la cutícula o dañamos la piel entorno a las uñas, estamos mucho
más expuestos a infecciones víricas, bacterianas o por hongos; infecciones que,
a través de la boca, van en doble sentido, de la piel al sistema gastrointestinal
y viceversa –verrugas, VPH, herpes, cándidas, salmonela, e.coli, o las
conocidas como ‘lombrices’-.
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Además, se producen heridas abiertas en ocasiones muy graves y también con
riesgo de infectarse y de que desfiguran los dedos.
En cuanto a la onicofagia, morderse y comerse las uñas, ¡cuidado!, porque este vicio trae consigo todos los riesgos anteriormente citados, pero además:
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El perjuicio puede llegar incluso a la base matriz de la uña, dando lugar a un
desarrollo defectuoso de la uña y deformaciones del dedo.
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Los daños en el lecho ungueal, el tejido sobre el que se asienta la uña, pueden
llevar a perder la uña y, a veces, es una consecuencia irreversible.
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Causa, por ejemplo, una enfermedad cutánea alrededor de la uña que se llama
paroniquia (o panadizo), que duele mucho y, en ocasiones, requiere cirugía. El
dedo se inflama, se enrojece y aparecen ampollas.
Y
una vez explicadas ambas patologías, está claro que nada de esto es bueno y la
primera recomendación es acudir al médico para buscar el tratamiento apropiado.
En
lo que nos concierne, el equipo de la Clínica Dermatológica Dr. Herrera
recomienda una serie de hábitos que podemos adoptar para tener las uñas sanas:
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En cuanto a la manicura cotidiana hay que tener cuenta que:
- No hay que eliminar la cutícula.
- Es bueno aplicar cremas hidratantes de uñas por las noches.
- No se deben compartir los instrumentos de manicura (tijeras, cortaúñas, limas…), porque pueden ser un vehículo de contagio de infecciones.
- Es bueno usar un endurecedor para protegerlas.
- Pintarse las uñas, si el esmalte es de calidad, es bueno para protegerlas de la luz solar y, curiosamente, el color rojo es el mejor para cumplir está función.
- Ahora bien, el esmalte debe retirarse, al menos una vez por semana, para evitar infecciones por hongos.
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Las tareas domésticas, tanto en hombres como en mujeres, también requieren una
atención especial. Y es que debemos acostumbrarnos al uso de guantes para
labores como cocinar o lavar, porque la humedad durante mucho rato, los
detergentes o algunos alimentos pueden ser perjudiciales para nuestras uñas.
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Cuando una uña está enferma, es demasiado gruesa o amarillea, es bueno limar
suavemente la superficie semanalmente, para eliminar células muertas y
propiciar la regeneración.
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Si se está recibiendo tratamiento médico, como es el caso de la quimioterapia o
radioterapia, hay que tener un cuidado especial, porque las uñas sufren y son
más sensibles, por ejemplo al sol. No está de más cubrirlas con un esmalte para
protegerlas.
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Finalmente, una mirada a las uñas de los pies, sobre todo los deportistas, que
deben tener especial cuidado con el tipo de calzado, la humedad y la higiene.
Este es un capítulo aparte, al que dedicaremos otro post lo antes posible.
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